Uno de mis pasatiempos favoritos es conocer gente alrededor del mundo. Aunque investigar otras culturas a través de artículos, reportajes y otros medios de información es divertido, a veces dista mucho de la realidad de la vida en otros lugares. Hablar con un nativo nos nutre y enseña el otro lado del espejo de la misma manera en la que nosotros podemos ayudar a derribar prejuicios sobre nuestro país.
El principal problema es encontrar a alguien dispuesto a ese sano intercambio y encontrar el ambiente ideal para ello. Basta entrar a Chatroulette y Omegle con la esperanza de encontrar nuevos amigos y toparse con miles de dudes jalándole el cuello al ganso o pidiendo fotos cachondas. Existen aplicaciones como HelloTalk que prometen una manera divertida de practicar otros idiomas, pero también hay uno que otro pervertido por ahí y al ser difícil romper el hielo, entablar una conversación interesante es complicado y se llega a perder el interés..
Como una nueva apuesta nace el proyecto Portals, que busca acortar distancias y ayudarnos a conocer la vida en otras partes del mundo. La cosa funciona así: Entras a un vagón de tren color dorado y gracias a la magia de la tecnología te encuentras con un fulano en otra parte del mundo para platicar de lo primero que se te venga a la mente. Digamos que es una especie de videollamada con un proyector bidireccional.
Descubrí la iniciativa a pocos días de terminar su primer ciclo y afortunadamente se instaló muy cerca de mi nuevo hogar, así que hice mi reservación y esperé el gran día. Las sesiones se realizaban cada 20 minutos y no tenían costo alguno.
El encargado del stand Ciudad de México fue un colega lingüista e intérprete por si necesitabas ayuda con el gringo. Para hacer más fácil la conversación, se sugería una pregunta de la cual partir, podía ser qué planes tenía el otro para ese día o, en mi caso, alguna persona cuya influencia fuera vital para lo que era la otra persona hoy en día.
Me tocó hablar con dos chicas muy simpáticas en Nashville, Tennessee. Yo les pregunté sobre lo que conocían de México y ellas se interesaron en cuestiones como el clima y la historia del país. Al final hablamos de nuestros hobbies y encontramos varios temas en común como Harry Potter, el lenguaje y la encuadernación. Los 20 minutos se fueron como agua y me llevé un bonito recuerdo de la sesión.
Platiqué con la asistente anterior y me contó que a ella le tocó platicar con una chica en la costa sur de China y que había disfrutado mucho la experiencia. Además de encuentros personales, se organizaron algunos conciertos simultáneos y presentaciones privadas de índole académica.
Aunque el primer ciclo ya terminó, se planea abrir nuevos puntos en el futuro. Pueden buscar más información en su página web o Facebook.
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