Tijuana, en palabras de uno de sus habitantes, es "la tía amargada que cuida de los chamacos que sus hermanos le dejan. A regañadientes, sí, pero aún así los cuida con cariño".
Siempre había querido conocer Tijuana. Mi familia tiene historia en esa ciudad y los mitos que la rodeaban me llamaban poderosamente, pero no encontraba excusa para desembolsar en el vuelo y que no fuera sólo un viaje de paso. Cuando se anunció la fecha del Sweet Memory IV pensé "hey, estaría padre ir este año", pero el golpe final fue ver las ofertas de vuelos en marzo, así que me decidí y compré el boleto desde esos meses, sólo quedaba esperar. Ya en ese punto la marca y los invitados no me importaban mucho, yo sólo quería ir a Tijuana y ya.
Karla fue mi guía espiritual en esas tierras. El primer día desayunamos cerca de un acantilado en Rosarito.
Estoy segura de que en mi vida anterior fui un pescador playero.
Luego estuvimos paseando por Rosarito y en la tarde fuimos a Tijuana a ver el muro fronterizo.
Mi mamá no me dejó irme de mojada al gabacho :(
Luego fuimos a reunirnos con los chicos de Guadalajara y con Lena en el restaurante donde se inventó la ensalada César y que ahora intentaré recrear en el chilango.
Después fuimos a dar un mini-tour por una cervecería, algunas calles del centro e incluso vimos un poco de la "zona de tolerancia".
Al otro día desayunamos en un restaurante con temática de cabaña en el bosque y visitamos el hotel Rosarito:
El hotel Rosarito es famoso por haber albergado a las estrellas más famosas de Hollywood del siglo pasado:
Podría definir al hotel como un lugar de "lujo clásico".
Ayudé a este colibrí a salir del hotel, el pobre estaba choque y choque con las ventanas :(
El muelle de Rosarito:
Después regresamos a casa para prepararnos para el momento estelar del viaje, que será contado en la siguiente entrada ;) ...
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