Antes de Amélie, Montmartre ya estaba ahí robando suspiros a los viajeros y cómo no hacerlo si este emblemático barrio guarda joyas como la Basílica de Sacré Coeur y la iglesia de Saint Pierre, la Place du Tertre, el mítico Moulin Rouge, Le Chat Noir y una infinidad de cafés para resguardarnos del clima. Para recorrer este barrio necesitamos dos cosas: una crepa en la mano…y cuidarnos de las estafas a los turistas.
En las calles de Montmartre escucharemos una gran variedad de idiomas: español, japonés, chino e italiano principalmente. La joya del barrio es, claro, la basílica del Sagrado Corazón y para llegar a ella debemos abordar el metro parisino, bajar en la estación Anvers y caminar apenas dos cuadras al norte para encontrar la colina de Montmartre y a sus pies un carrusel que seguro a más de uno se le hará conocido:
Para llegar a lo alto de la colina hay dos formas: El funicular y a pie. Mi consejo personal es tomar el funicular, que apenas les costará un boleto de metro, se ahorrarán una buena caminata y sortearan dos de las estafas más comunes en París, las pulseras de la “amistad” y las hojas de “ayuda”.
El modus operandi de estos estafadores es “el montón” para intimidar a los turistas y que cedan el dinero más fácil. Si vas solo debes tener extra cuidado pues estas personas no dudan en jalarte el brazo si es necesario para enjaretarte una de sus pulseritas. A veces ni siquiera te toman el brazo, te ponen la pulsera en la bolsa, la maleta o lo que te lleguen a agarrar. Algunos viajeros, que desconocen la estafa, se lo toman con mucho humor cuando incautos ignoran que acabarán pagando la gracia por muchos más euros más de lo que cuesta algún souvenir en la calle. Zafarse de la “hoja de ayuda” es más fácil: Un grupo de mujeres se te acercará, preguntará si hablas inglés y te explicará la hojita que traen para recaudar firmas para cualquier causa y ya después de que firmas te pedirán la “cooperación” que por supuesto no acabará en ninguna fundación y les estarás patrocinando el desayuno o cena. Cada que veas un grupo de mujeres con hojas o hilos, sigue tu camino y si te preguntan algo, no respondas, sigue caminando y échale un ojito a tu cartera mientras pasas.
En este punto de la ciudad los estafadores se encuentran en su mayoría en la escalinata pero en cuanto te muevas a otro lugar, el número comenzará a disminuir. Cuando llegues a la cima de la colina, te recibirá la siguiente vista de la ciudad:
Entrar a la basílica no tiene costo alguno, a menos que quieras subir a las torres. Si aún quieres más arte sacro, puedes pasar a Saint Pierre, muy cerca de Sacré Coeur. La siguiente parada podría ser Place du Tertre, punto de encuentro de varios pintores que estarán encantados de pintar tu retrato y una excelente oportunidad para admirar diferentes estilos de técnicas artísticas. Otro tip al visitar el barrio es llevar zapatos cómodos, pues al ser una colina te encontrarás con muchas escaleras, subidas y bajadas que lucen más o menos así:
En este barrio vivieron personalidades de la talla de Pablo Picasso, Edith Piaf, Henri de Tolouse-Lautrec, Vincent Van Gogh y Boris Vian; personalmente me gusta mucho pensar que estoy pisando las mismas calles que algunos de mis artistas favoritos. Los interesados en el “tour Amelié” estarán felices de leer que se puede recorrer una buena cantidad de locaciones en tan solo una tarde en este barrio.
En invierno la vida nocturna llega más rápido así que aquellos aún con energía seguro querrán dirigirse a Moulin Rouge o a alguno de los cabarets de la zona. Esa parte se las debo pues no soy muy dada a disfrutar de las actividades nocturnas pero pueden revisar algunos de los espectáculos del molino en su web oficial. Espero les haya gustado este mini recorrido por uno de los rincones más románticos de París. Cualquier duda pueden dejarla en los comentarios y la responderé a la brevedad posible. Sin más por el momento, au revoir~
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