El primer día no hice mucho porque llegué tarde a la ciudad, en vísperas de navidad y nuevamente tuve un choque de emociones pues no hay año que no lo pase con mi familia y ahora estaba a miles de kilómetros de distancia. Ahora estaba cenando pato y bolitas de papa, nada que ver con el pavo y los romeritos familiares.
Al otro día fue cuando finalmente pude pasear por la ciudad. Durante mi estancia el clima no fue el mejor, estuvo lloviznando mucho pero no me importó. Podía aguantar pies mojados con tal de seguir conociendo.
La isla de los museos es un lugar impresionante pero con una carga muy pesada pues si miran atentamente, las columnas tienen marcas de metralla, vestigios de guerra que me estrujaron el corazón. Para mí fue como darme cuenta de que la guerra es real y que no tiene respeto por la belleza y la vida y lo comparé a ver el Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México con esas marcas.
Algo que no me gustó es que el turismo está muy enfocado, obviamente, a la segunda guerra mundial pero no muchos se atreven a reflexionar sobre el tema y la historia queda como atracción. De mis más grandes corajes fue ver turistas corriendo en uno de los memoriales del holocausto que asemeja a un cementerio ¡fue como ver gente corriendo sobre lápidas!
Hay memoriales por toda la ciudad, esta línea recuerda a los estudiantes de la universidad de Humboldt que fueron llevados a campos de concentración.
El muro de Berlín sólo esta de pie en algunas partes pequeñas, pero en las partes en las que ya no estaba erigido, había una línea de ladrillos para no olvidar.
La puerta de Brandeburgo es más pequeña de lo que se ve en fotografías.
Memorial de las madres que han perdido a sus hijos en la guerra. En el techo del edificio había un hueco sobre la estatua y cuando llovía, como en esa ocasión, el agua le caía directamente, lo que formaba una imagen muy fuerte.
Memorial de la quema de libros en la universidad de Humboldt. Estanterías vacías en recuerdo de los libros ausentes.
Parte del muro de Berlín y lugar donde se encontraban los cuarteles de la GESTAPO.
Postal de la famosa torre de telecomunicaciones, cerca de Alexanderplatz.
Después del recorrido por la ciudad pude encontrarme con un amigo alemán que había hecho por internet y él me llevó a un pequeño mercado navideño y me contó más sobre la ciudad:
Mis expectativas sobre Berlín fueron cumplidas pero me dio mucha tristeza darme cuenta de que el fantasma de la guerra aún sigue muy presente en la ciudad y me pareció que aunque la sociedad se avergonzaba de ese episodio histórico, de alguna manera le sacaba provecho con el turismo.
Probablemente tuve que haber investigado más a fondo para conocer más sobre lugares relacionados a la literatura o música alemana, que también son partes preciosas de su historia. Espero les hayan gustado estas postales y nos leemos pronto.
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