martes, 16 de octubre de 2018

Mi aventura con Lime

¡Hola a todos! En esta ocasión quiero contarles una anécdota chistosa que tuve y algunas observaciones al servicio de Scooters eléctricos de Lime, que comenzaron operaciones en la zona en la que vivo hace poco. 246x0w
Fue más o menos hace mes y medio que Grin comenzó a operar en Roma-Condesa y sus scooters eléctricos comenzaron a verse por toda el área. Usar el servicio es sencillo: descargas la aplicación, creas una cuenta, ingresas una forma de pago y buscas el patín más cercano a ti. Cuando lo encuentras lo desbloqueas escaneando el código en el patín con la aplicación y ¡a rodar! La aplicación te contabiliza el tiempo que usas el patín hasta que terminas tu viaje, similar a lo que vemos en la aplicación de Uber. Los patines tienen un sistema de GPS integrado que evita su robo y si llegas a terminar tu viaje fuera del área permitida, la empresa te penaliza con una multa, por el momento quien cuenta con el área de servicio más grande es Grin. Después del éxito de Grin empezaron a aparecer los patines de Bird y Lime, todos operando con la misma dinámica pero con una diferencia en tarifas: mientras que Grin te cobra 15 pesos para desbloquear y 7 pesos el minuto, Lime te cobra 10 y después 3. Las quejas en Play Store van dirigidas a este aspecto, el servicio es caro.




Al ser Lime quien maneja por el momento quien maneja la tarifa más barata fue que me decidí a probar el servicio con sus patines. Ese día había dado un paseo muy largo y mis pies ya me pedían llegar a casa lo más pronto posible. Como aún estaba a algunos kilómetros, me decidí a bajar la aplicación y probar mi suerte. Aquí noté un detalle interesante: algo que es tendencia al bajar la aplicación de un nuevo servicio como Rappi o Ubereats es valerse de códigos de primeros usuarios. Si nuestros amigos no han compartido alguno, basta con dar una búsqueda rápida en redes sociales pero con Lime tardé un rato en encontrar alguno de un usuario mexicano. Tristemente aunque el código te promete 60 pesos de descuento en tu primer viaje esto es muy tramposo porque lo que realmente hace es darte un descuento de 10 pesos para 6 viajes, así que en el primer viaje acabas pagando sí o sí.

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Este es el mapa que nos muestra la aplicación, donde podemos ver los patines disponibles y su carga disponible.
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Me dirigí al patín más cercano a mí, que aunque tenía la mitad de carga, me alcanzaba para llegar a casa. Lo encontré estacionado cerca de un restaurante, junto a otras bicicletas:

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Tuve que esperar a que saliera antes un motociclista para sacar el patín. A los nervios no me ayudaron que al ver que estaba moviendo el patín unos comensales curiosos me preguntaron cómo funcionaba. Les dije que era la primera vez que usaba el servicio, aún así me siguieron por un rato para ver si lograba que arrancara el aparatejo. Al intentar desbloquearlo parece que en el primer intento no se completó el proceso y comenzó a sonar la alarma ¡trágame tierra! Con esto noté que los patines sí se pueden mover aunque el motor no encienda y si a alguien no le importa ser una alarma andante, fácilmente podría usar los patines. En el segundo intento de desbloqueo lo logré hacer correctamente y encender el motor, que necesita un pequeño impulso con el pie para arrancar. Los controles son sencillos, en el lado derecho del manubrio se encuentra el acelerador y en el izquierdo el freno. En el centro se encuentra una pequeña pantalla que nos indica la velocidad a la que estamos yendo.

Al montarnos al patín es donde viene lo bueno: se supone que debemos circular por la calle y evitar las aceras, pero por más fifí que sea Roma-Condesa, hay autos estacionados en doble fila y otros obstáculos para la circulación. Quienes tengan experiencia andando en bicicleta podrán lidiar con ellos pero para los que apenas estamos animándonos a salir a las calles en ruedas es un paso complicado desarrollar la atención a todo lo que ocurre a nuestro alrededor para evitar accidentes.

Fui presa de mi ingenuidad y pensé que montar el patín sería fácil pero agarrarle el truco cuesta un poco en los primeros usos. Uno de mis cocos es el equilibrio y al no llevar protección adecuada (error mío) no me podía arriesgar a un accidente. Este es otro punto interesante, la página de ayuda en caso de accidente muestra teléfonos para España, pero no para México. Mis intentos al montar el patín fueron muy torpes y el miedo a que me ocurriera algo no me dejaron disfrutar la experiencia. Desistí de la misión a la mitad del camino y estacioné el patín en un parque.

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Para estacionar el patín la aplicación recomienda hacerlo en el área permitida, no dejarlo tirado y usar la patita para mantenerlo de pie, de preferencia viendo hacia la calle y cuidar no estorbar el paso o rampas para discapacitados. Finalmente hay que terminar el viaje y tomarle una foto al patín estacionado para que le sea fácil encontrarlo al siguiente usuario. Estas fotos tienen que ver con una especie de minijuego que ofrece la aplicación llamado “¿Estacionado o no?” donde podemos calificar cómo se han estacionado otros usuarios. Estoy segura de que este juego tiene una doble intención pero no me queda muy claro cuál es.

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Como había sido un paseo relativamente corto, no creí que la factura pasara de los 30 pesos pero oh sorpresa, mi chistecito me salió más caro que si hubiera pedido un Uber desde mi punto de partida a mi casa y como pueden ver ni siquiera fue un kilómetro:

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Al final terminé caminando a casa, pero me quedó el escarmiento. A pesar de que estas nuevas opciones prometen solucionar la problemática de movilidad en la ciudad y ser eco-friendly, ya en la práctica son poco viables. El primer obstáculo es la restricción de zonas, la ciudad no se limita sólo a Roma-Condesa y con suerte, algunas colonias aledañas. El precio no es accesible si lo comparamos con transporte público y no cuenta con la comodidad de cualquier servicio de taxi privado. La mayoría de los usuarios no usan equipo de seguridad y no todos prestan atención al estacionar los vehículos sobre las aceras, impidiendo el libre paso de los peatones. A los patines se les suman los servicios privados de bicicletas como Mobike que cuentan con problemáticas similares, saturando la zona. Ni modo, seguiré desplazándome por la zona con la ayuda de mis dos pies y ya. Espero les haya gustado la entrada y nos leemos pronto.

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